jueves, 29 de abril de 2010

MAPOMA 2010

Unos días antes del maratón un amigo me preguntó que en cuánto tiempo esperaba acabar este año mi cita con Filípides, y le contesté algo así:
Un sueño, 3:30
Un objetivo, 3:40-3:50
Satisfacción, 4:00
Un consuelo, acabarlo
Pongo el despertador a las 6 para desayunar tranquilo y no ir con el estómago (ni el intestino) lleno. Miento. Soy un tipo maniático con algunas cosas, supersticioso si quieres, así que pongo el despertador a las 6:01 (igual que el año pasado).

Llegamos a Cibeles un poco antes de las 8. El ambiente es tan impresionante como todos los años, aunque este año hay más gente, ya que aparte del maratón se va a correr una prueba paralela de 10 kms. Voy frente al ayuntamiento para verme con la gente del foro y ¡horror!, está todo en obras, y la mitad de los corredores han quedado en el mismo sitio, así que al final no consigo ver a nadie. Una pena, me apetecía verles y desearles suerte. Otra vez será. Y este año, otra vez, a correr solo el maratón, que es como he hecho los 6 anteriores.




Y de repente veo dos caras conocidas, son Jeff y Banderas. Hablamos de los tiempos que queremos/podemos hacer. Jeff dice que va a 3:45 y Banderas a 3:30, así que decido quedarme con ellos.
No quiero agobiarme con tiempos, pero ya desde el principio pienso en salir a 5 minutos el kilómetro, e ir probando qué tal voy, ir fijándome en las sensaciones más que en el crono. Jeff dice que iremos juntos hasta plaza de Castilla, pero que allí él seguirá a su ritmo, porque Banderas seguro que se lanza.

La subida por la Castellana es buena. Al principio rodamos algo más lentos de lo que nos gustaría, pero tenemos muchos kilómetros por delante para ir ajustando el ritmo, así que no nos agobiamos. Cuando llevamos 2’5 kms. , nos cruzamos con Gebreselassie, (él ya lleva 5), que baja por la Castellana en solitario en su carrera de 10 kms. Por supuesto, gritamos y aplaudimos. Aunque es un instante, es una pasada verle correr.

Cuando pasamos el Bernabéu el camino se bifurca en dos. Por la derecha los de la carrera de 10, por la izquierda los maratonianos. Hemos ido compartiendo casi 4 kms, y los de la carrera de 10 rompen a aplaudir y a animarnos. Es un momento muy bonito, me resulta emotivo. “Ya estamos como el año pasado”, me digo, “con la lagrimita a flor de piel”. Pero también me digo a mí mismo que no, que este año tengo que mantenerme más entero y dejar las emociones para otro momento, no sea que me jueguen una mala pasada.

En plaza de Castilla Jeff se despide de nosotros. Banderas y yo seguimos a lo nuestro. La verdad es que hemos cogido un ritmillo bastante majo. Vamos bajando de 5 minutos el kilómetro, así que dentro de poco habremos compensado lo que “perdimos” subiendo la Castellana. De hecho, pasamos el 10 en 50:25 (según mi crono, según el suyo en menos tiempo, porque en algún momento se le ha debido de parar). Ya empieza a hacer calor, aunque no es nada comparado con lo que nos espera.

Al llegar a Cuatro Caminos escuchamos el primer grupo musical de animación… ¡unos gaiteiros!. Banderas y yo pasamos aturuxando , y un “eeeeeeeeeeeeeeeeee Carballeira” nos sale del fondo del alma. Los gaiteiros nos sonríen. Esos ánimos en Do nos tienen que llevar en volandas hasta el Retiro.

Islas Filipinas, Guzmán el Bueno, Alberto Aguilera, Fuencarral, Gran Vía, Puerta del Sol, Mayor, Bailén. Como dice mi amigo Khene, correr el MAPOMA es como correr por un tablero del monopoly.

La llegada a Sol es un año más indescriptible. Bueno, este año mejor, porque ya han acabado con las obras. Es tal el subidón que me pega que necesito gritar, hincho los pulmones de aire y grito “VIVA LA REPÚBLICA”. Gran parte del público me responde. A mi amigo Banderas le hace gracia. Bueno, le hizo gracia y le gustó, porque al llegar al Palacio Real en la Plaza de Oriente fue él el que repitió la consigna.

Estos últimos kilómetros los hemos hecho a un ritmo buenísimo. El 15 lo pasamos en 1:14, y el 20 en 1:39. Voy bien, pero me empieza a entrar el miedo, ¿aguantaré así hasta el final?


En Bailén veo a mi hermano, lo que siempre anima mucho. Dice que me vuelve a ver en Príncipe Pío. Enfilamos la Calle Ferraz hacia la media maratón. Pasamos en 1:43:42. Banderas me dice que es su mejor marca en media.

Aunque voy bien y cómodo, me doy cuenta de que empiezo a larvar los primeros pensamientos negativos. Empiezo a tener más dudas sobre mis posibilidades de aguante. Me da la impresión de que cada vez que atacamos una pequeña subida mis piernas me mandan señales de alerta.

Pasamos el 25 en 2:02 (a 4:39 los últimos 5 kms.). De todos modos, estoy en el kilómetro 25 y mi cabeza ya está en el 32, sufriendo la cuesta de salida de la casa de campo.

Nada más entrar le digo a Banderas que siga, que yo no puedo seguir ese ritmo (va como un tiro), así que nos despedimos y nos deseamos suerte. Le veo alejarse poco a poco. Me habría gustado aguantar con él. Reconozco que me da envidia. ¿Cómo te puede caer tan bien y tan mal un tío al mismo tiempo?

De repente me doy cuenta de que estoy empezando a calcular en qué kilómetro podré pararme haciendo al menos un tiempo “digno”. La cabeza me lleva por caminos que no quiero. Empieza el trabajo psicológico duro. Ya me he enfrentado otras veces a él. Nada nuevo. A pelear, David, que te quedan más de 16 kilómetros.

En la casa de campo sufro. Paso el 30 en 2:29. Voy bien de tiempo, pero sé que a partir de ahora voy a bajar el ritmo, quiera o no. Adiós 3:30. Otro año será.

Tengo mucho calor, las piernas parece que no quieren ir a la velocidad que les digo, la cabeza también quiere ir por libre. No quiero pensar en el muro, pero sé que está ahí. Intento abrir un sobre de glucosa y con el sudor de las manos no puedo, con los dientes tampoco. Parece mentira cómo un hecho tan tonto puede adquirir de repente una importancia tan grande. Me siento solo, desvalido, inútil, desprotegido… pero me rehago. El paso por el metro de Lago y la salida de la casa de campo los vivo como un triunfo. Además, tengo un kilómetro de cuesta abajo para recuperar.

Veo a mi hermano. Le digo que me voy a las 3:40, me dice que voy de puta madre, y yo le digo que no. Paso el 35 antes de las 3 horas (2:56) y oigo las campanas de la Almudena. Recuerdo que el año pasado escuché esas campanas antes del 33. O sea, que voy mejor que el año pasado.

En la cuesta de la Calle Segovia vuelvo a ver a mi hermano. Estoy sufriendo mentalmente mucho. Me dice dónde está colocada mi familia en el paseo de coches del Retiro para verme llegar. No le hago mucho caso, creo que voy al límite.

Y es aquí donde empezó mi verdadero sufrimiento. La cabeza dándome órdenes de parar, las piernas sacando fuerzas de donde no las hay. Bajo mucho el ritmo y me peleo conmigo mismo. Me voy poniendo pequeños objetivos. “Venga, hasta aquella rotonda”, “venga, hasta el siguiente kilómetro”, “venga, hasta aquella gente”, “venga, hasta el avituallamiento”, “venga, hasta el 39”, “venga, hasta Atocha”, “venga, en Atocha no puedes parar”.

Pero llega la cuesta de Alfonso XII, ya estás en el Retiro, sólo hay que rodearlo, entrar y disfrutar del paseo de coches, pero la cabeza no me da para más. A punto de ver el 40 dejo de correr y me pongo a andar.

Me duele todo. Un pie, las piernas, el pecho, el alma. Ahora sí que sí. Al menos he llegado hasta aquí, y la entrada en meta es un hecho. Alterno carrera con paseo. En la Plaza de la Independencia vuelvo a coger fuerzas, la calle Alcalá tengo que subirla corriendo, pero me paro a la mitad, sigo andando. Hasta que alguien me dice por detrás “venga campeón, que ya estás ahí”. Con una sonrisa muy grande le pregunto si lo dice por mí . “Pues claro”, me contesta un tipo con cara de sufrimiento y felicidad. Le vuelvo a sonreír, le doy la razón y… corro. Entro en el Retiro.

Nunca se me ha hecho tan largo el paseo de coches, pero ya no paro. Busco a mi familia, les veo, me aplauden, les aplaudo. SI, YA ESTOY AQUÍ.


Cuando paso el arco de meta paro mi crono. 3:45:00 OBJETIVO CUMPLIDO
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El broche de oro a este MAPOMA lo pusieron mis hijos cuando llegué a casa al día siguiente. Tras un enorme abrazo con beso me regalan dos dibujos que han hecho para mí entre los dos.
En uno de ellos una figura de un corredor, con perilla y barbita de 2 días, pelo corto, en ropa de deporte y alzando los brazos en señal de victoria. A su lado, una copa dorada con un 1 muy grande.
En el otro, en lo alto un sol muy brillante, con gafas. El cielo está despejado excepto por una pequeña nube a un lado. Sobre una línea que se supone es el suelo, de izquierda a derecha, una pancarta en la que se lee “SALIDA”. Junto a la pancarta, un monigote con una pistola en la mano, dando la salida (¡PUM!). Continuando hacia la derecha un grupo de corredores, sobre los que se lee una nota aclaratoria que dice “otra gente”. Después una serie de obstáculos. Más a la derecha, distanciado del resto de corredores, uno en solitario, con su debida nota aclaratoria: “David”. Despúes el arco de meta, con una cinta roja a punto de ser atravesada por el campeón, y al final, un trofeo, protegido por haces de rayos láser rojos. Y es que es un trofeo muy valioso. Es el trofeo que dos hijos le dan a su padre campeón.
Y al final, como no, no lo puedo resistir y se me acaba saltando una lagrimita.

martes, 20 de abril de 2010

Y digo yo...

Y digo yo...

¿le interesarán a alguien las chorradas y desvaríos que yo pueda escribir en un blog?

¿seré capaz de no aburrirme, y alimentar este blog regularmente?

¿tendré ideas suficientes para no caer en la monotonía y provocar el aburrimiento de mis presuntos seguidores?

¿Habrá que echar muchas horas a esto de escribir para lograr un mínimo de satisfacción personal y/o reconocimiento externo?

¿me echará la bronca mi mujer por andar perdiendo el tiempo en estas cosas en vez de estar estudiando?

Muchas preguntas para mi primera intervención bloguera.

La primera duda ya me ha asaltado cuando tengo que poner el título de mi blog. ¿Hago referencia a correr?¿a las carreras?¿a la gaita?¿a Galicia?¿a Madrid?¿a la Psicología?¿al punto de cruz?¿al camino de Santiago?¿al cine?
La verdad, podría ser cualquiera de estos temas. Cosas que me podrían definir, o al menos dar una pincelada de cómo soy, de lo que soy, del punto al que he llegado después de estas 42 castañas que "platean mis sienes" (perdón, la cabeza entera), así que me quedo con la famosa frase de la película Forrest Gump.
Corre Forrest, corre. Corre hacia donde sea, corre hasta que te aburras de correr, corre sin pensar en otra cosa, corre pensando en lo que quieras, corre para sentirte bien, corre aunque te sientas mal, corre.
Y recuerda que al correr puedes no pensar en nada, o pensar en las carreras, o en la gaita, en Galicia, en Madrid, en la Psicología, en el punto de cruz, en el camino de Santiago, en el cine y en lo que te dé la real gana.
Queda oficialmente inaugurado este blog