lunes, 10 de mayo de 2010

Noche de música y poesía



No sólo de correr vive el hombre… por eso hoy hablaré de otra cosa.



El pasado 30 de abril tuve la suerte de asistir a uno de los recitales más intensos que he podido ver en mi vida. Actuó en Pontevedra Joan Manuel Serrat, con su nuevo espectáculo “hijo de la luz y de la sombra”, homenaje al poeta Miguel Hernández.


¿Qué puedo decir?. La verdad es que no soy nada objetivo. Ya desde antes del concierto tenía las emociones a flor de piel. Mi cantante, mi poeta, juntos en un escenario.


No desvelaré el repertorio que Serrat nos reservó para esta maravilla, aunque es bien sabido que únicamente canta poemas de Miguel Hernández. La música a la mayoría de los textos la ha puesto el propio Joan Manuel , aunque como él dice, no le resultó tarea muy difícil. Los textos del poeta tienen ya su propia música. Ejemplos de perfecta unión música letra son “la palmera levantina”, “el silbo del dale” o “del ay al ay por el ay” (magistral esta última).


En primer lugar, decir que la impresión que me causó Serrat fue muy buena. La última vez que le vi en directo estaba… en fin, bastante flojo, pero este día demostró que es un gran profesional. Ha recuperado voz, y sobre todo, tiene las tablas y la experiencia suficiente como para tirar de oficio y salir más que triunfante de todos los lances.


Empezó el concierto con “llegó con tres heridas”. La vida, el amor, la muerte. Introducción perfecta a lo que estábamos a punto de disfrutar durante casi dos horas. Porque Miguel, por boca de Joan Manuel, nos iba a hablar de eso esta noche, y a partir de ahí Serrat nos fue desgranando perlas de la obra del poeta, poemas elegidos con gran mimo y acierto, y que demuestran el conocimiento profundo que de la obra de Miguel Hernández tiene el cantante. A los poemas musicados hace ya casi 40 años le une los de nueva factura, haciendo un repaso a la vida y a la obra del poeta. Las canciones elegidas no siguen un orden cronológico al cien por cien, pero nos van llevando por la vida del poeta, desde sus poemas más jóvenes de luz alicantina, a sus presagios más oscuros, a su conocimiento de la vida, del mundo, el hombre, la guerra, el amor, el hijo, la cárcel, la mujer, el hambre, la esperanza, el amigo, la muerte, el destino.



Como decía al principio, fue una noche de poesía y emociones. Desde el primer momento las palabras del poeta me conmovieron hasta el punto de emocionarme en varias ocasiones. ¿Cómo no emocionarse escuchando la elegía a Ramón Sijé?, ¿cómo no sentirse pequeño ante el dolor de las “Nanas de la cebolla”?, y tantas y tantas otras…



Mención especial tiene la adaptación del poema que da título al disco y al recital “hijo de la luz y de la sombra”. Es muy difícil captar toda la esencia del poema (30 serventesios alejandrinos) en una canción, y Serrat tiene que extraer lo esencial, y creo que lo consigue. Este poema siempre me ha conmovido, y pasan los años y sigue descubriéndome matices nuevos y provocándome emociones muy intensas; es quizás el poema más profundo de Miguel Hernández.


Me llamó mucho la atención cómo la gente guardaba un silencio espectacular durante todas las canciones. No ocurrió lo que en infinidad de ocasiones hemos visto. Cuando empieza una canción que todo el mundo conoce, la gente aplaude, canta, comparte, incluso vuelven a aplaudir antes de que termine. Aquí no. El silencio era abrumador, sólo la voz del cantante y los versos del poeta lo rompían, y cuando acababa, entonces sí, el teatro se caía con el aplauso unánime del público.




Ocurrió con todas las canciones excepto con una. Cuando los músicos atacaron los primeros acordes de “Para la libertad”, la ovación fue espectacular, y tras una interpretación magistral de Serrat el estallido de aplausos y vítores fue abrumador.


Y así discurría la noche. Para mí fue mágica. Disfruté de la poesía y de la música como hacía mucho tiempo que no disfrutaba. Sé que en julio Serrat vuelve por estas tierras, pero no creo yo repita. Ganas tengo, desde luego, pero no quiero romper el recuerdo tan bonito que me ha quedado.


Y Serrat lo hizo redondo. Como colofón, los últimos versos de Miguel que cantó, cerrando el círculo que comenzara dos horas antes

Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios